El Lirio y la Luna

En el principio de los tiempos la Luna era completamente gris. Sus rayos opacos no llegaban a la Tierra y tampoco podían iluminar el camino  nocturno de los primeros hombres que habitaban el mundo, que era un extenso jardín llamado Eden. La luna entristecía pues su luz era tan débil que no podía llegar a la Tierra como su hermano el Sol y tampoco podía brindar un rayo de luz en medio de la oscura y densa noche, ella estaba condenada a solo observar la Tierra pero nunca alcanzarla. Sin embargo , en un esfuerzo sobrenatural, la luna pudo iluminar por un segundo mágico una pequeña sección del Eden, allí donde crecía un hermoso lirio tan blanco como la nieve y brillante como la plata. Y desde ese momento el Lirio amo a la Luna, y la Luna amo a aquel Lirio.

Todas las noches aquella flor alzaba su vista al cielo y se dejaba envolver por los gentiles y casi imperceptibles  rayos de su amada, que lo cubrían solo a el, siendo en ese momento,los únicos en el mundo que conocían el secreto de su amor, compartiendo susurros y promesas de amor eterno.. El Lirio amaba las historias de la Luna, que veía todo desde el alto cielo y lo hacían visitar mundos y lugares que jamás conocería por estar enraizado a su madre la Tierra. La Luna por su parte amaba aquel brillo plateado que el Lirio emanaba cuando hablaba con ella y que lo hacia encontrarlo aun en la mas infinita oscuridad de la noche. Su amor sin embargo estaba prohibido pues un ser terrenal jamás podía estar junto a un ser espiritual y casi divino como la Luna. Sin embargo la noche, que amaba en secreto a la Luna ya que era la única que lo visitaba por las noches, los ayudo  y en su oscuridad les brindó cobijo y protección.

Sin embargo el Sol se entero de que la Luna estaba enamorado del Lirio mas hermoso del Eden y, celoso de la felicidad de su hermana, le infringió con sus rayos una mortal quemadura al blanco Lirio, quien incapaz de soportar aquel flagelo, se marchito y murió durante el día.

 Aquella noche como siempre la Luna busco la pequeña luz plateada que iluminaba sus noches pero por mas que busco y busco en cada rincón del Paraíso, no lo encontró. Fue la noche quien le conto que su amado Lirio se había marchitado por culpa de los celos de su hermano y al enterarse, la Luna lloro. Lloro oceanos de dolor, lloro ríos de desconsolación, lloro lagos de angustia. Lloro y rego toda la Tierra para que ninguna alma se volviera a marchitar, para que ningún amor se volviera a secar. Sin embargo eso no alivio su propio dolor. Porque aun no podía alcanzar el ser marchito de su amado Lirio, ya que la Luna, pura doncella que nunca habría de bajar a la Tierra, no tenia forma de alcanzarla. Por eso la Noche, que no podía soportar ver a la Luna tan triste, la ayudo. Le dio los diamantes de su manto nocturno que los humanos llamaban estrellas y ellas, que era capaces de caer a la Tierra, le trajeron el cuerpo marchito del Lirio.

La Luna lo cobijo entre sus brazos por primera vez, y ya sus lagrimas no fueron para toda la Tierra sino solo para el. Y en sus vastas tierras la enterró. Al otro día sin embargo un milagro paso. Al ir a visitar la tumba de su amado la Luna vio como toda su superficie estaba inundada por lirios, blancos como la nieve que resplandecían y le daban a la Luna un brillo de plata que iluminaba toda la tierra. Era el último regalo que su amado le dio. Algo para que recordara su amor, algo para que iluminara su vida y corazón.

Por eso ahora la Luna ilumina con discreta gentileza a los enamorados que buscan en el cobijo de la noche un tiempo que solo les pertenezca a ellos, para que se puedan encontrar y asi poder vivir el amor que ella también en un momento disfrutó.